Le dijo Dios a Adán:

Publicado: diciembre 30, 2010 en Como la vida misma, Prosa
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¡Largo!¡Y que no vuelva a verte por aquí! Cuando le echó del jardín del Edén.

Y así me he sentido hoy al despertar, y descubrir que la tenue fragancia que me envolvía había desaparecido prácticamente, sustituida por el conocido olor de un cenicero en una habitación cerrada. Pero entre las mantas, ese olor era flojo, apenas comparado con la esencia que flota por cada recoveco de las sábanas y que trae a la mente un cuerpo,  una piel y un momento.
Pero por desgracia, los momentos son tan efímeros como los aromas. Por que nuestra penumbra anaranjada, que se empeñaba en cubrirlo todo de una paleta de grises que casi no se diferenciaban, fue muy facil de romper. El alarido de la persiana precedió los raudales de luz. La maldita y dadora de vida luz.
El perfume y la voz de mi madre vinieron con la luz. Deseos, peticiones, mundo. Mierda, me he sentido como si me echaran de una patada en el culo de esa ebriedad continua que es el Edén.

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