Archivos de la categoría ‘Minirelatos-Saga’

Humanidad.- Indagando (III)

Publicado: abril 17, 2011 en Minirelatos-Saga, Prosa
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Cuando subí a mi casa estaba derrengado, y no tenía ninguna gana de salir de aventura otra vez. Si no hubiera sido por uno de mis vecinos, que me ayudó en la tediosa tarea de sustituir amasijos de cables convertidos en lingotes de cobre con vetas de aislante transparente, no hubiera subido en el momento justo a mi casa.

Tras ayudarme también con las aspas carbonizadas de los impulsores, al fin pudimos poner juntos en el aire al eólico. Zumbaba de una manera extraña, pues yo tenia los repuestos en el ático, pero volaba. Le di las gracias extendiendo el brazo y subí, rechinando los dientes ante los obstáculos y las malditas tormentas eléctricas.

Cuando alcancé mi ático y metí el eólico al garaje, empezaba a anochecer. Pero como he dicho, llegué en el momento justo. Para coger la enésima llamada de Mina. Encendí el ordenador y vi varias notificaciones. ¿Qué prisa había?:

– ¿Dónde estabas?- Dijo una Mina que echaba chispas de frustración incluso a través de la pantalla. La pantalla estaba pudorosamente orientada alta, pues no parecia llevar ropa, sus hombros pecosos se mostraban desnudos, blancos y fuertes.

– ¿Quién no ha ido al baño hoooy?- Dije arrellanándome contra la silla giratoria.- Estaba arreglando los impulsores verticales. Si no llega a ser por mi vecino, creo que te habrías quedado calva de esperar.

– Deberiamos quedar.- Dijo mas tranquila ya, mientras bajaba la vista un instante y manipulaba algo fuera de la vista. Se dio la vuelta y levantó una camiseta para ponersela. Aquel movimiento puso de relieve sus músculos y la tensión felina de su espalda.

– ¿Ha pasado algo?

– ¿Cómo?- Masculló acercándose de nuevo.

– ¿Ha pasado algo?

– Que va. Raina ha averiguado algo. Y…

Oh no, oh no:

– A mi me gustaría ir al pueblo de nuevo.- Terminó como si no quisiera haber expresado eso, con un deje mohino.

– Tengo que colocar un par de aspas nuevas, dame un par de horas y os recojo.- Suspiré con resignación.

Mina soltó una fulgurante sonrisa y colgó, diciendo que iba a prepararse también. Yo me levanté con un gruñido en la silla donde me acababa de sentar y me puse manos a la obra.
Dos horas mas tarde, me esperaban donde siempre. Una vez se hubieron colocado en sus respectivos asientos y yo me elevaba mientras salíamos de la ciudad, hablé:

– Bueno Raina. ¿Qué has averiguado?

– Estoy preparandolo para pasarlo a la pantalla central.- Dijo con la punta de la lengua fuera.

Pasé el eólico a automático, pues el rumbo hacia el pueblo estaba guardado en el ordenador de a bordo. Este se estabilizó sobre la capa de contaminación y aceleró solo. Yo presté atención a la pantalla central, donde acababa de aparecer una página web que no esperaba para absolutamente nada. El sitio oficial de La Ciudad:

– ¿Qué es esto? Mascullé girándome para mirarla.

– La Ciudad tiene un programa de recuperación de vida vegetal.- Explicó Raina, con la vista en la pantalla, llevándonos entre recovecos de enlaces minúsculos y muy, muy discretos. Mina había torcido el gesto.- No he encontrado ningún tipo de protocolo de actuación, pero por lo que he podido averiguar, guardan toda vida vegetal que encuentran en búnkeres con condiciones óptimas para su reproducción.

Aquel dato nos impactó a todos. A mi, personalmente, me chocó que eso fuera público, ya que la extinción de todas las plantas había sido la política oficial de La Ciudad durante años. Seguro de que cada una de mis amigas tenía su línea de pensamiento, mantuve la boca cerrada mientras llegábamos al pueblo.

Cuando tomamos tierra, yo seguía sin decir una palabra. El programa que tenía en mi casa, aquella imagen, aquella «experiencia» en la que se veían varios árboles, arbustos y césped, posiblemente hubiera sido obtenida en uno de aquellos búnkeres. Debía enseñársela a las chicas.

Desmontamos y nos dirigimos, linterna en mano, hacia la casa en cuyo interior habíamos hecho el hallazgo. Nada mas llegar noté algo extraño, como si alguien mas hubiera pasado por allí, pero lo achaqué a que la noche anterior habíamos llegado en oscuras y húmedas circunstancias. No podía recordar con claridad todo el ambiente.

Me acerqué al hueco y apunte la linterna hacia abajo:

– Adelante chicas.- Dije haciendo un gesto. Bajaron ambas descolgándose por las manos y luego lo hice yo.

Cuando iba a levantar el foco para volver a iluminar el césped y los hongos, se oyó un grito femenino a mi izquierda y un par de gruñidos:

– ¿Mina?

Algo me golpeó en un brazo y me hizo perder el foco. Acto seguido se escuchó un fragor de pelea a mi derecha y algo volvió a golpearme en una pierna. Estaba a oscuras y no veía una maldita mierda. Me agaché y me lancé por el suelo, pero lo que parecía un pie me pisó con una precisión increible en una pierna, causándome un dolor atroz. El cuerpo al que el pie pertenecía se agachó sobre mi y me inmovilizó por el cuello. Alguien habló entonces, con la voz sofocada por el respirador artificial:

– Fuera la visión nocturna. ¡Luz!

Aquello explicaba la precisión del pisotón. Cuando varias linternas se encendieron, comprobé también varias cosas. La primera, y mas sobrecogedora, era que no había una sola brizna de verde en aquel tétrico sótano. La segunda, que Mina y Raina se hallaban tan a salvo como yo. Inmovilizadas, pero conscientes. Mina tenía un ojo morado y se retorcía. Y por último, observé a nuestros captores. Eran en total seis personas, tres con linternas y otros tres sujetándonos a nosotros. Llevaban respiradores de color negro, muy compactos y absolutamente ceñidos a sus mandíbulas, por lo que parecía que les faltara la parte de la boca. Su ropa era tosca y también oscura, nada parecida a la fibra sintética de las ropas de La Ciudad. Todos llevaban el pelo muy largo. No pude distinguir entre mujeres y hombres, si es que había alguna diferencia. Nos habían capturado, y no tenía muy claro ni quien ni por qué.

Dominique.

Humanidad.- Indagando (II)

Publicado: abril 15, 2011 en Humanidad, Minirelatos-Saga, Prosa
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Estuve bastante despistada durante todo el día en el trabajo, por que no podía quitarme de la cabeza la noche anterior. Ese tacto afelpado, ese olor a vida. La vida vegetal había desaparecido del mundo, explicaban los medios manipulados por La Ciudad. Los medios, la educación, incluso internet. Era conocimiento popular. Falso, total y absolutamente falso, y no pude quitarme durante mi jornada laboral la idea de que otras personas debían saberlo también. La estadística, o una esperanza numérica, me decía que no podíamos ser los únicos en haber vislumbrado el renacer de la naturaleza sobre el mundo humano.

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Humanidad.- Indagando (I)

Publicado: abril 13, 2011 en Humanidad, Minirelatos-Saga, Prosa
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Entramos en lo que se podría llamar el Nudo de la historia.

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Termina el ciclo.

«C
A
B

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Sigo.

«B
C
A

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Otro ciclo.

«A
B
C

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Tres y Tres.

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Sigo.

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Humanidad.- El Día (I)

Publicado: marzo 29, 2011 en Humanidad, Minirelatos-Saga, Prosa

Uno mas.

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Un poco de gris.

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